Una simple definición de diccionario

sábado, 6 de febrero de 2010

Texto de prueba.




Para variar, carezco de inspiración para escribir algo. Tengo la necesidad, lo admito, pero no tengo las herramientas necesarias. Curioso, pues no hay mayor herramienta para escribir que las mismas manos y tener sentimientos. Supongo que en mi caso se ha de estar "mal" anímicamente para poder escribir algo que merezca la pena leer, aunque se olvide poco después.

Sin embargo, lo intentaré. No por otra cosa esta actualización o publicación, como gusteis, se llama "Texto de prueba". Se hará lo que se pueda, o lo que se digne por salir tras el incesante aporreo de teclas en este teclado maltrecho, pero nuevo.

En ocasiones me embarga una terrible sensación de desasosiego en mi vida diaria, como si me faltase algo que todavía no sé si existe siquiera, o algo que no he echado en falta todavía. Me pregunto si será el motor de nuestra existencia, la sensación de encontrar algo que sabemos que no tenemos, pero que realmente desconocemos como tal. El saber de lo desconocido, el conocimiento aprendido, pero carente de práctica en sí mismo.

Y en esos momentos una melancólica melodía acude a mis oidos, cual suave brisa arrastrada por el viento. Suavemente acariciando mis sentidos, flotando en el aire a mi alrededor, ocultándose en cada rincón de mi cuerpo, no cesando en ningún momento de deleitarme tristemente. Me hace perderme en cada una de sus sinuosas notas, más agudas, más graves, más altas, más bajas, más rápidas, más lentas. . . Más y más, y más y más. Pero nunca dejando de sonar, nunca cesando en su tocar.

Me hace reflexionar sobre mi misma existencia. Es irónico que una canción inexistente nos haga cuestionar la nuestra, ¿verdad? Pero lo hace, y a veces me cuestiono la razón de mi propio ser, mi "raison d'etre", o "razón de ser". Llevo veinte años de vida terrenal, como dirían algunos, pero se me hacen cortos al echar la vista atrás, y se me hace largo el pensar que todavía me quedarán muchos años más por delante. Y me aterra la idea de enfrentarme a ellos en soledad. En una inexorable e insalvable soledad.

Podría poner miles y miles de preguntas que resuenan en mi cabeza. Algunas de fácil respuesta, otras inabarcables siquiera. Pero están ahí, y forman parte de mí. Quizás sean estás preguntas las notas de esta canción, unidas en un armonioso caos que da como resultado resultado tamaña obra maestra. Mi obra maestra, en la cual yo no soy más que el ausente director de esta orquesta de melodiosas preguntas existenciales.

Me entristece el saber que podría escribir textos maravillosos, en donde mi ser esté volcado de lleno, pero que no soy capaz de llegar a cabo. Todo el mundo tiene esta capacidad de creación máxima, como resultado de sí mismos. ¿Por qué la mía no ha llegado todavía?

- Todavía te queda aprender de tí mismo.

¿Quién habla, en este texto cuyo único autor soy yo mismo? No dejo de resultar desconcertado una y otra vez, con acciones que carecen de valor, o palabras de sentido.

- Tu otro yo. Esta versión de tí que te gustaría ser, que te gustaría hacer tuya intrínsecamente, pero que desconoces que lo eres en gran parte ya, ahora mismo.

Calla. No sabes nada. No me conoces. No eres más que una creación mía para dejar de sentirme tan solo.

- Lo soy, pero una creación cuyo máximo exponente es la propia existencia, tal que tu al ser parte de tí. Soy tu máxima obra. Soy tú mismo.

Mientes. No hay obra que cobre vida tras ser creada, por mucho amor o esfuerzo que muestre el artista o autor en sí.

- Pero yo no soy una obra creada y dejada al alcande de los demás, mostrada al público en los museos. Yo soy una obra que está dentro de tí, que eres tú, que soy yo.

Si eso fuera cierto, no sería nada más que uno de tantos locos, cuyas voces interiores tienen tanto sentido para él como el comer o respirar. Les da vida en su cordura, consumiendo la suya.

- ¿Estás loco?

No, solo soy un poco menos cuerdo que los demás. Tengo que ser así si quiero soportar las locuras de este mundo, pero sin caer en ellas.

- Y, sin embargo, te consideras un loco por haberme dado vida a mí. No soy una voz que te hará prenderle fuego a todo. No soy una voz que escuchas en sueños o cuando estás tranquilamente tumbado en el sillón. No soy una voz que te critica sin cesar. No soy una voz, porque sólo me escuchas a través de tu corazón.

Y entonces, ¿por qué te apareces ahora mismo? ¿Por qué me martirizas de esta manera, dándome a entender que no eres producto de mi locura, cuando está claro que sí lo eres?

- Porque me has llamado, por eso he aparecido. Yo, tú, soy tu máxima creación. Yo nazco de tu corazón, y me muestro mediante tus palpitantes dedos, llenos de vida que no tienen más dueño que los propios sentimientos. Y si tu locura es tu existencia. . . Entonces el mundo está repleto de locos. ¿Y sabes que sería lo peor de todo esto?

Conservarse cuerdo...

Lo entiendo. Al fin lo entiendo. Gracias por haberme mostrado esto. Gracias por ver que estaba equivocado, no lo olvidaré jamás. Esto era lo que necesitaba saber, lo que necesitaba comprender de verdad. Lo que hacía que mi vida no fuese totalmente completa. Debo alegrarme de ello, por haber sido capaz de darme vida a mí mismo, de haberme creado yo, mi máxima obra, y de estar rodeado de las mayores obras de los demás: Ellos mismos.

No lo olvidaré, lo prometo. Esta sensación, este sentirse lleno otra vez. . . Gracias por darme algo como esto. No lo olvidaré jamás. Gracias, gracias, gracias. . .















. . .






































- Y, sin embargo, tras acabar de escribir esto lo volverás a olvidar. No es la primera vez que eres consciente de ello, no. ¿Y sabes por qué lo olvidarás nuevamente esta vez? Porque esto no es más que un simple texto de prueba. . . Un texto donde pruebas tu existencia, donde la afirmas, pero no donde eres capaz de darle forma definitiva. No eres capaz de darle un título a tu verdadera vida. . . Cuando lo hagas, y solo entonces, jamás lo olvidarás.