Una simple definición de diccionario

jueves, 1 de octubre de 2015

Mar carmesí.

Nos llega un momento en nuestra vida donde no sabemos que camino tomar, que desvío coger. Sentimos una impotencia tal, una indecisión constante, que sin saberlo hemos detenido nuestro avance. Pero las sombras que nos acechan a nuestra espalda nunca se detienen, ni por un instante. No cesan en su avance, cada vez más cerca, cada vez más encima nuestra.

Ese miedo que antes nos atenazaba el corazón y cualquier atisbo de razón es ahora tan grande, tan incesante, que caemos de rodillas y nos aferramos a la vacua esperanza de ser diferentes, de ser capaces de levantarnos como si nada, dejando bien atrás aquellas incansables sombras.

Yo estoy allí, de rodillas, con la cabeza agachada incapaz de hacer nada más que temblar. No puedo hablar. No puedo mirar. No puedo moverme. No puedo pensar. No puedo escribir. No puedo... No puedo... No puedo...

Ese mar de angustia infinita, esa sensación de desasosiego diario que no tiene ni principio ni fin, que tan sencillamente está ahí, como el sol está cada mañana al despertar o las estrellas cuando el último rayo de luz se oculta por el horizonte. Pero, sin embargo, todas estas cosas que se dan por sentadas significan nada para mí por el mero hecho de que yo, a lo que tanto aspiraba, me he detenido en el camino. He perdido mi ambición, mi deseo de... de... recordar, quizás, lo que hace tanto tiempo pensé y quise llegar a ser. Ahora que el camino que se alza ante mí es el más majestuoso de todos, el camino que yo mismo seré capaz de hacer sin tener que decir "gracias" a alguien... Y no soy capaz. Sólo soy un maldito inútil cuya inutilidad le hace más inútil aún en un mar de inutilidad de inútiles...

Hazlo.

Por una vez.

Hazlo.

No te arrepientas.

No pienses más.

Demasiado pensar.

Demasiado poco actuar.

Vives en un mundo imaginario donde tú mismo te has creído rey y señor, omnipotente y creador de vida donde no existe pero, en verdad, sólo eres un ilusorio soñador que se ha negado a ver la realidad que se encuentra a cada paso que deberías de dar. Racionalista, dices. Realista, vuelves a decir. Práctico, te atreves a comentar. Trabajador, hipócritamente dices ser...

No eres más que un cúmulo de palabras sin sentido, sin verdades más allá de tus propias mentiras. Te aferras a quien quieres ser y no a quien puedes llegar a ser. Las ambiciones te han convertido en algo que odias de principio a fin y, finalmente, las has llegado a perder. No eres ambicioso, sino crees que lo eres. No trabajas duro, sino crees que lo haces. Crees en tus palabras como si fuesen verdades pero no son más que palabras vacuas. Eres una mentira entre verdades. Eres una verdad corrompida de un mundo de mentirosos.

Te odio, con todo mi ser. Te odio tanto que desearía destruir todos y cada uno de tus recuerdos, de tus aficiones, de tus pensamientos, de tus deseos, anhelos... De tu destrucción podrá nacer algo nuevo, algo provechoso. No eres nada más que un intento fallido de una partida de prueba. Sólo tuviste un intento hace muchos, muchos años... Y no has sido capaz de enmendarlo, pese a saber los controles, las reglas, las leyes y todos los atajos existentes. Has fallado, reconócelo. No queda nada de tu "grandeza", si acaso existió alguna vez. Estás sólo, por mucho que te hayas llamar "una persona sociable".

No me hagas reír, maldito hipócrita. No me hagas golpearte una y otra vez, deseando que con cada fractura de tus huesos se arreglasen las fracturas de tu mente, de tu corazón, de tu putrefacta alma inepta.

Te aferras a lo irrealizable, sabiendo muy bien que es un intento inútil, que será algo completamente... desaprovechado, por llamarlo de alguna manera. El tiempo no espera a nadie, y mucho menos a alguien que se ha detenido, que ha detenido su avance en la vida creyendo poder ser capaz de tomar un respiro y seguir como si nada. Seguiste un camino de 5 años y, después, la cagaste. Te detuviste. Te confiaste. Te creíste ser capaz de grandes cosas pero no llegaste a nada... nada de nada... miento.

Llegaste a ser algo negativo. No puedes aspirar a ser algo positivo, no vales para ello, pero al menos intenta ser algo neutro... Supongo que eso también fue demasiado para ti, pobre.

Que te den.

Púdrete.

Inútil.

Desgraciado.

Eres una maldita abominación.

Los monstruos te temen por el sencillo motivo de ser tan vomitivo que ni te soportan.

Ahora te aferrarás, inútilmente, que estas palabras de odio serán capaces de cambiarte, de hacerte mejorar.

Gilipollas.

Imbécil.

¡¡¡DEJA DE PENSAR QUE EL JODIDO MUNDO GIRA EN TORNO A TI Y A LO QUE ERES CAPAZ DE HACER, PEDAZO DE SUBNORMAL CON PATAS!!!

NO ERES MAS QUE PALABRAS QUE NUNCA SE HAN PODIDO DECIR. NO ERES MAS QUE HECHOS QUE NUNCA HAN EXISTIDO. ERES UNA ILUSIÓN SOBRE LAS ONDAS DEL MAR, ALLÁ DONDE MUEREN LAS OLAS Y LAS GAVIOTAS FESTEJAN CON LAS ENTRAÑAS DE TUS SUEÑOS MUERTOS.

Ábrelo.

Déjalo salir.

Deja que el monstruo que llevas dentro vea la luz del sol, se bañe bajo la luz de las estrellas y sea capaz de mirarte a los ojos y de decir lo que yo no me atrevo, lo que nunca pensé que sería capaz de llegar a pensar tan siquiera...

Te empeñas en rehuir de tu monstruosa naturaleza, creyendo ser diferente, creyendo ser mejor de lo que verdaderamente eres... Escoria.

Pero, a pesar de todo cuanto te he dicho, cuanto pienso de ti negativamente, sólo puedo desearte una cosa... Sé libre.

Libérate de ti mismo, de todas las ataduras que no dejan de hacerte sangrar en tu entumecida y gangrenosa piel. No puedo salvarte, no lo voy a intentar. Deseo que te mates a ti mismo, que te liberes de esta peligrosa persona en al que te has convertido y, quizás, algún día seas capaz de mirarte en el espejo sin que tengas ganas de golpearlo hasta que no seas más que un fragmento insignificante en un mar carmesí.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Escribir algo...

Dentro de mí siempre ha existido, al menos hasta donde alcanza la memoria, esa necesidad casi imperiosa de escribir lo que en mi mente transcurre: una palabra suelta, un poema, una historia, un soneto, un sentimiento... La cuestión es que siempre quería escribir, pero nunca lo hacía (ni siquiera lo hago hoy día). Supongo que era demasiada molestia ir cargando con un pequeño cuadernillo y un lápiz...

¿Por qué un lápiz? La verdad es que ni siquiera yo lo sé. Supongo que encuentro algo romántico en el grafito rasgando el papel, dibujando contornos y formas de palabras, perdiendo una parte de si a cada trazo que da, llegando a necesitar que le saquen punta... Como la mente de cualquier persona que se precie, me atrevería a decir. No sé qué sería de mí sin la existencia de los lápices, sin la capacidad de corregir errores sin malformar el contenido, sin tachones por aquí y por allá, y sin la posibilidad de que otras personas borren y escriban, de su puño y letra, parte de nuestra historia.

Pero, ¿realmente puede borrarse algo? Mi respuesta es simple: no. Puedes desenfocar, emborronar y hacer difícil de discernir lo que se encuentra debajo... Aunque el trazo, su fuerza y presión, seguirá allí, como las impresiones y experiencias que nos marcan a lo largo de nuestra vida, como aquellas personas que sabemos nunca olvidaremos, pase lo que pase, porque olvidarlas sería olvidar parte de nosotros mismo.

No obstante, ¿de verdad es necesario un lápiz en todos los aspectos de nuestra vida diaria? ¿En la escritura de nuestro día a día? Tal vez, pero no hay que olvidar que ciertas cosas deben de estar escritas en tinta, imposibles de borrarse, olvidarse ni confundirse. Debe de ir en tinta aquello que nos hace "únicos", a nosotros mismos, a nuestra propia vida, o eso opino al respecto. Sí, si en tinta debemos de escribir algo...

Que sea nuestro nombre.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Dicen que...

Dicen que la violencia es una forma de arte, capaz de transmitir ideas y pensamientos que de otra forma no fuese posible transmitirse. Y yo me pregunto, ¿es en verdad eso cierto? Y, lamentablemente, compruebo que tienen razón. La violencia es siempre una opción, por mucho que yo la trate como última alternativa. Mi violencia... Es inteligente.

No soy un cavernícola que lo primero que hace es abalanzarse sobre la otra persona, no, soy alguien que prefiere dejar en evidencia a la otra persona, hacerle perder el control y, por consiguiente, controlarla yo mismo con mis palabras, acciones... Reconocedlo, ¿acaso no es eso una muestra de belleza, de superación? Ahí sí encuentro yo lo que dicen, de una forma de violencia como forma de transmisión, de control...

Y, en este caso, dicen que funciona.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Y ahora... ¿qué?

A ser yo mismo, le pese a quien le pese. Intentar escribir nuevamente con mayor o menor éxito pero intentarlo igualmente, no dejar este lugar vacío de vida, acumulando polvo cibernético (esto queda muy rimbombante, lo sé) día tras día y... ¿quién sabe? A lo mejor consigo encontrar lo que busco, sea lo que sea que estoy buscando, por supuesto.
P.D: Quien quiera encontrarme sólo tiene que buscar a un simpático Tostador Satánico por Twitter, ahí lo dejo, que el autobombo a veces no viene mal, ¿verdad?

martes, 20 de noviembre de 2012

Darwin estaba equivocado...

Hola de nuevo.

...

No, no preguntes cómo estoy, no te gustará la respuesta.

...

¿Que qué hago aquí, entonces? Esa sí es una buena pregunta, pero te la responderé con otra: ¿tú qué crees?

...

Ah, sí, "desahogarme"... Supongo que siempre que aparezco por estos sitios tengo que estar al borde de un colapso psicológico y mental consistente, ¿no? Te equivocas, al menos en esta ocasión. Estoy aquí fruto de algo que me acaba de ocurrir, algo de lo que no dista más de una hora desde que me he sentado ante el ordenador.

...
 
¿Que qué es lo que es? Es algo que me ha hecho atravesar esa pequeña línea que separa la racionalidad con lo que te dicta el corazón, el alma y el espíritu... Algo que hace que se me revuelvan las entrañas y apriete fuertemente las manos en señal de impotencia. Quédate un rato y escucha, o lee, lo que me acaba de ocurrir...

...

Hoy, como otros días, he vuelto andando desde la facultad por ese camino tan conocido y que recorro día sí y día también casi de forma casi automática. Hoy no tenía por qué haber pasado nada especial, como aquel otro día que encontré a alguien de mi pueblo. Hoy podía haber sido otro paseo igual que el resto, sin ningún tipo de diferencia salvo por las personas que puedo o no ver, por los locales más o menos vacíos... Pero se ve que los tejemanejes del destino no quieren que pase un día sin que mi estado anímico sufra grandes desbarajustes.

Un día como cualquier otro, hoy hubiese pasado delante de un banco sin echar la mirada ni a la izquierda ni a la derecha, mirando fijamente a la cada vez más cercana suavidez de mis sábanas como cada mañana. Un día cualquiera no me habría fijado en una pareja abraza, no en un claro signo de atracción sexual, sino de puro consuelo mutuo. Un día cualquiera no habría volteado la mirada al pasar justamente a su lado y mi corazón no habría dado un vuelco al reconocer el rostro del hombre que abrazaba a una joven al tiempo que decía, con ojos llorosos y un dolor palpable en cada una de sus palabras: "Pero si está en todos lados igual..."

A veces me odio a mí mismo por mi capacidad de darme cuenta de las cosas, por ser tan imaginativo que ni siquiera obras literarias, cinematográficas y, en general, historias creadas por el hombre, me sorprenden en demasía. Ya había intuido qué es lo que estaba haciendo esa pareja frente a un banco, dolorosamente apoyándose la una a la otra. Lo que marcó la diferencia fue a la persona que ví en ese momento cuyos ojos se cruzaron con los mios por un instante, pero que nada pudo ver fruto de su situación, fruto de las sensaciones y sentimientos que le embargaban.

Durante una fracción de tiempo, justamente al pasar a su lado, ví a un estimado profesor de mi facultad que abrazaba a una joven con la que compartía algunos rasgos. Su hija, si mi intuición no me falla. ¿Y por qué estaban delante de un banco? ¿Quieres que responda a esta pregunta, tú, persona que ahora mismo me está leyendo? ¿Serías feliz si te abofetease con dinero, si te metiese en el bolsillo de la chaqueta un juego de llaves con tu nueva casa, tu nuevo coche, y todas las nuevas puertas que con ellas abrirás? ¿Cogerías un vuelo con destino a tu deseado futuro sin dilación, en cuanto te lo pusiese en la palma de tu mano? Lo haría, si estuviese en mi poder...

El mundo es una mierda.

No, perdón, los seres humanos somos la mierda que lo puebla.

No importa cuántas rosas, cuantas flores emerjan entre tantísimo estiércol y abono humano: Nunca será suficiente. Nunca cambiarán el hecho de donde están asentadas, nunca cambiarán el resto del planeta porque, en definitiva, son plantas que se levantan hacia arriba mientras pierden la capacidad de moverse a los lados... de ser capaz de surcar montañas, mares y océanos para ir a su objetivo. No puedes nadar en un mar de mierda cuando toda tu energía ha sido empleada en elevarte sobre el.

"¡Es la hora de la revolución!", clamarán algunos. "¡Hay que acabar con los bancos y los políticos corruptos!", clamarán otros. "¡Anarquía!", clamarán los más radicales. ¿Y todas esas voces para qué? ¿Qué sentido tiene luchar con las espadas de plástico, ni ya ni de madera, que te ha dado un hombre que te apunta con una pistola y se siente muy feliz ante la idea de apretar el gatillo? No somos nada más que una panda de grillos que no dejan de hacer ruido mientras nos matamos los unos a los otros, cual entretenimiento infantil... cual cruel y maquiavélico entretenimiento infantil fruto de esa maldad innata de los seres humanos.

Recuerdo cómo de pequeño nos íbamos a cazar grillos al campo... Eran asquerosos de coger, ruidosos y muy molestos de tener pero... Lo que verdaderamente era "un espectáculo" era meterlos dentro de una caja a unos cuantos y dejar que acabasen los unos con los otros en un dantesco cante de agonía que despertaba un furor general. Abrir la caja después de que cayese el silencio para descubrir insectos despiezados, pequeños grillos acurrucados en los bordes de la caja con extremidades ausentes, otros con heridas "de guerra"... Un campo de batalla donde todo estaba preparado para divertirnos sí o sí. Me dan náuseas pensar que durante un tiempo me entretuve de esta manera...

¿Qué hacer entonces en esta situación total de desasosiego diario? ¿Cómo luchar de forma no establecida, de evitar esa beligerante bota que se alza peligrosamente sobre nuestras cabezas? ¿Con espadas de plástico? No...

Con la pluma.

No importa el material del que esté hecha: De madera, de metal, de plástico, de grafito, de tinta, de sangre...

No importa donde se haga: Sobre la arena del mar tempestuoso, sobre un árbol caido en mitad de un frondoso bosque, en pequeños pasillos de la universidad, en los corazones de aquellos que se dedican a escuchar...

Es el único arma que no pueden aplastar, sólo borrar. Y, aun así... ¿Recordais que siempre quedan restos de que algo ha estado escrito? No importa que se borre bien con una buena goma, si apretais lo suficientemente fuerte... Si escribís con la suficiente profundidad... Siempre quedará algo. Pero no basta con una vez. Volved a escribir una vez lo hayan borrado. Y una vez más. Y otra vez, y otra, y otra... Al final quedará un gran borrón donde está claro que había algo. Donde quedan las marcas de haber pasado una y otra vez, grabado a fuego. ¿Puedes leer lo que pone? No, claro que no... Pero los sentimientos siguen ahí, como cuando borramos salvajemente una respuesta errónea en un examen teniendo 5 segundos para entregarlo.

Usad vuestras palabras, vuestra fuerza indomable que os corresponde por derecho, para subir a lo más alto. Para convertir a esa flor en un árbol fuerte y robusto, tanto que pueda dar cobijo a otras flores que se alzan a sus pies, ayudándoles a crecer. Dar cobijo a pájaros y a otros insectos que tienen otra forma diferente de vivir, pero manteniendo a las plagas a raya... Un árbol tan grande y poderoso que sus mismas raíces se elevan majestuosamente por encima del mar de mierda sobre el que se alza, levantando consigo a otras muchas plantas.

El problema no está en eliminar a los de arriba, no. Esa no es la solución... La solución está en levantarse y crecer tanto que no puedan aplastarte con la bota, ponerse a su nivel y mirarle a los ojos sin una pizca de temor...

¿Y sabeis qué es lo que hay que hacer cuando lleguemos a esa parte? Decirle que no teneis miedo... Que no le temeis... Y que sólo sois el primero de muchos.

Como cuando un niño ve que otro crece y se pone a su nivel, que le mira a los ojos y no ve ni pizca de inocencia sino de valor y fuerza fruto de su experiencia vital. Un niño se asusta de la verdad, un niño se asusta de las represalias que sus actos conllevan... En definitiva, quienes están por encima son niños jugando con nosotros, ruidosos grillos, mientras se ríen fruto de su propia e ingenua maldad... Mientras crean que nuestros cantos son agónicos y no esperanzadores, que no sean cantos a la esperanza y a unirnos los unos con los otros...

Cuando abran la caja, tras el silencio, lo que verán será una pirámide de grillos que permitan a unos pocos escapar y crecer hasta convertirse, finalmente, en algo que no pueda ser aplastado con facilidad...

Así que, personas que me estais leyendo, escuchad mis palabras... Escuchad mi pluma en esta ocasión. No importa si mañana o esta misma tarde olvidais lo que he dicho, no importa si prácticamente no has prestado atención a lo que he dicho hasta ahora...

No se trata acerca de las palabras que empleemos... Se trata de mandar un mensaje que atraviese todas las barreras e impedimentos que nos pongan, día tras día, sin perder ni un ápice la esperanza. De mantener viva esa llama mientras los que están encima nuestra intentan apagarla...
Con gasolina.

No es tiempo de revolución.

Darwin estaba equivocado. 

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

El tiempo de evolucionar es ahora.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Nagareboshi.


¿Cuántas posibilidades hay de ver una estrella fugaz desde el mismo corazón de una ciudad? Y, aun así, cuando menos te lo esperas la encuentras al alzar la vista. Tan lejana, tan pequeña, tan fugaz... ¿estás seguro de haberla visto con seguridad?

No importa cuánto tiempo estés mirando al cielo nocturno de nuevo: No volverá a ocurrir. Puedes volver a ver otras estrellas fugaces pero, la primera, esta que hizo que mantuvieses tu mirada perdida entre la inmensa oscuridad, no la volverás a ver jamás. Ya no existe, no hay ninguna otra más como ella. Es algo tan repentino, tan inesperado, tan efímero...



Pero ahí ha estado, ahí la has visto, ahí la has sentido, ¿qué más puedes pedir? Su vida es tan corta ante nuestros ojos, casi ni un segundo, pero aun así se graba fuertemente en nuestra mente. Es algo ciertamente fascinante, cómo lo más pequeño y simple como es ver una pequeña luz caer en el cielo nos llama tanto la atención. Pero en la aparente simpleza es donde destaca la complejidad que subyace más allá de nuestros ojos: Un meteoríto, un fragmento de quizás otro planeta, ha llegado hasta nuestra tierra para desaparecer en la última frontera, nuestra capa de ozono.

¿Cuánto tiempo, cuantos y cuantos años luz de distancia ha recorrido hasta ese su fatídico fin? Pero eso no importa, ya no, porque es tan pequeña que nadie se dará cuenta de que ha dejado de existir hasta ese mismo instante en el que su luz se enciede y apaga ante nuestra inesperada mirada.

Podría decir más y más cosas pero... ¿no es aquello que se queda por decir más interesante que lo propiamente dicho? Al igual que aquella estrella fugaz algún día vendrá y... quizás haga que dure un poco más antes de que se apague para no volver a brillar jamás.

jueves, 26 de abril de 2012

Cinco minutos.

Cinco minutos. Ese es el tiempo que me voy a dar para crear y publicar una actualización, sólo pudiendo estar más tiempo del precisado a la hora de poner alguna ilustración, imagen, foto, dibujo, etc, que pueda servir para ayudar a la comprensión y visualización de lo que ahora estoy escribiendo.

Me gusta, es una sensación nueva. Es como cuando realizas un trabajo a contrarreloj, pero que sin embargo no me siento tan terriblemente angustiado por saber que si lo hago mal tendré un castigo. No, aquí yo soy el que pone los límites y juega con ellos. Son el creador, el que dice que ahora es de día y en cinco minutos de noche. Aquí puedo hacer las cosas mal sin temor a represalias, a ser yo mismo sin tapujos. Irónico, ¿verdad? Sí, ya que este blog es público para todo aquel que quiera echarle un vistazo, un rincón personal que está al alcance de cualquiera con internet y una no abrumadora repulsa para aquellos que escriben grandes cantidades de textos de un plumazo.

Este blog es para aquellos que lo consideran así como un diario, un rincón en el que desahogarnos y decir lo que pensamos, lo que sale sin más, sin venir a cuento, de una forma tan caótica como la propia mente humana y su racionalidad... Y de esto ya hablé anteriormente, si no recuerdo mal. Una de tantas publicaciones aleatorias donde salió este mismo tema y que, sin embargo, el resultado me gustó. Porque si algo me caracteriza es que normalmente no me gusta lo que escribo, lo dejo a medias y no lo termino para ponerlo de cara al público. He perdido la cuenta de los borradores que tengo en este mismo blog y que, sin embargo, ahí están... leerlos es interesante, pues pueden ser dos lineas como abarcar toda la extensión de esta actualización y parte de otra.

Ugh, se me está acabando el tiempo... Menos de un minuto y mis manos no dejan de danzar de un lado para otro. ¿Podré acabar a tiempo, o alguna frase se quedará tal y como me salga? Si es así, la dejaré tal y como está, porque si algo me caracteriza es dejar este tipo de textos, estas actualizaciones impro