Una simple definición de diccionario

martes, 20 de noviembre de 2012

Darwin estaba equivocado...

Hola de nuevo.

...

No, no preguntes cómo estoy, no te gustará la respuesta.

...

¿Que qué hago aquí, entonces? Esa sí es una buena pregunta, pero te la responderé con otra: ¿tú qué crees?

...

Ah, sí, "desahogarme"... Supongo que siempre que aparezco por estos sitios tengo que estar al borde de un colapso psicológico y mental consistente, ¿no? Te equivocas, al menos en esta ocasión. Estoy aquí fruto de algo que me acaba de ocurrir, algo de lo que no dista más de una hora desde que me he sentado ante el ordenador.

...
 
¿Que qué es lo que es? Es algo que me ha hecho atravesar esa pequeña línea que separa la racionalidad con lo que te dicta el corazón, el alma y el espíritu... Algo que hace que se me revuelvan las entrañas y apriete fuertemente las manos en señal de impotencia. Quédate un rato y escucha, o lee, lo que me acaba de ocurrir...

...

Hoy, como otros días, he vuelto andando desde la facultad por ese camino tan conocido y que recorro día sí y día también casi de forma casi automática. Hoy no tenía por qué haber pasado nada especial, como aquel otro día que encontré a alguien de mi pueblo. Hoy podía haber sido otro paseo igual que el resto, sin ningún tipo de diferencia salvo por las personas que puedo o no ver, por los locales más o menos vacíos... Pero se ve que los tejemanejes del destino no quieren que pase un día sin que mi estado anímico sufra grandes desbarajustes.

Un día como cualquier otro, hoy hubiese pasado delante de un banco sin echar la mirada ni a la izquierda ni a la derecha, mirando fijamente a la cada vez más cercana suavidez de mis sábanas como cada mañana. Un día cualquiera no me habría fijado en una pareja abraza, no en un claro signo de atracción sexual, sino de puro consuelo mutuo. Un día cualquiera no habría volteado la mirada al pasar justamente a su lado y mi corazón no habría dado un vuelco al reconocer el rostro del hombre que abrazaba a una joven al tiempo que decía, con ojos llorosos y un dolor palpable en cada una de sus palabras: "Pero si está en todos lados igual..."

A veces me odio a mí mismo por mi capacidad de darme cuenta de las cosas, por ser tan imaginativo que ni siquiera obras literarias, cinematográficas y, en general, historias creadas por el hombre, me sorprenden en demasía. Ya había intuido qué es lo que estaba haciendo esa pareja frente a un banco, dolorosamente apoyándose la una a la otra. Lo que marcó la diferencia fue a la persona que ví en ese momento cuyos ojos se cruzaron con los mios por un instante, pero que nada pudo ver fruto de su situación, fruto de las sensaciones y sentimientos que le embargaban.

Durante una fracción de tiempo, justamente al pasar a su lado, ví a un estimado profesor de mi facultad que abrazaba a una joven con la que compartía algunos rasgos. Su hija, si mi intuición no me falla. ¿Y por qué estaban delante de un banco? ¿Quieres que responda a esta pregunta, tú, persona que ahora mismo me está leyendo? ¿Serías feliz si te abofetease con dinero, si te metiese en el bolsillo de la chaqueta un juego de llaves con tu nueva casa, tu nuevo coche, y todas las nuevas puertas que con ellas abrirás? ¿Cogerías un vuelo con destino a tu deseado futuro sin dilación, en cuanto te lo pusiese en la palma de tu mano? Lo haría, si estuviese en mi poder...

El mundo es una mierda.

No, perdón, los seres humanos somos la mierda que lo puebla.

No importa cuántas rosas, cuantas flores emerjan entre tantísimo estiércol y abono humano: Nunca será suficiente. Nunca cambiarán el hecho de donde están asentadas, nunca cambiarán el resto del planeta porque, en definitiva, son plantas que se levantan hacia arriba mientras pierden la capacidad de moverse a los lados... de ser capaz de surcar montañas, mares y océanos para ir a su objetivo. No puedes nadar en un mar de mierda cuando toda tu energía ha sido empleada en elevarte sobre el.

"¡Es la hora de la revolución!", clamarán algunos. "¡Hay que acabar con los bancos y los políticos corruptos!", clamarán otros. "¡Anarquía!", clamarán los más radicales. ¿Y todas esas voces para qué? ¿Qué sentido tiene luchar con las espadas de plástico, ni ya ni de madera, que te ha dado un hombre que te apunta con una pistola y se siente muy feliz ante la idea de apretar el gatillo? No somos nada más que una panda de grillos que no dejan de hacer ruido mientras nos matamos los unos a los otros, cual entretenimiento infantil... cual cruel y maquiavélico entretenimiento infantil fruto de esa maldad innata de los seres humanos.

Recuerdo cómo de pequeño nos íbamos a cazar grillos al campo... Eran asquerosos de coger, ruidosos y muy molestos de tener pero... Lo que verdaderamente era "un espectáculo" era meterlos dentro de una caja a unos cuantos y dejar que acabasen los unos con los otros en un dantesco cante de agonía que despertaba un furor general. Abrir la caja después de que cayese el silencio para descubrir insectos despiezados, pequeños grillos acurrucados en los bordes de la caja con extremidades ausentes, otros con heridas "de guerra"... Un campo de batalla donde todo estaba preparado para divertirnos sí o sí. Me dan náuseas pensar que durante un tiempo me entretuve de esta manera...

¿Qué hacer entonces en esta situación total de desasosiego diario? ¿Cómo luchar de forma no establecida, de evitar esa beligerante bota que se alza peligrosamente sobre nuestras cabezas? ¿Con espadas de plástico? No...

Con la pluma.

No importa el material del que esté hecha: De madera, de metal, de plástico, de grafito, de tinta, de sangre...

No importa donde se haga: Sobre la arena del mar tempestuoso, sobre un árbol caido en mitad de un frondoso bosque, en pequeños pasillos de la universidad, en los corazones de aquellos que se dedican a escuchar...

Es el único arma que no pueden aplastar, sólo borrar. Y, aun así... ¿Recordais que siempre quedan restos de que algo ha estado escrito? No importa que se borre bien con una buena goma, si apretais lo suficientemente fuerte... Si escribís con la suficiente profundidad... Siempre quedará algo. Pero no basta con una vez. Volved a escribir una vez lo hayan borrado. Y una vez más. Y otra vez, y otra, y otra... Al final quedará un gran borrón donde está claro que había algo. Donde quedan las marcas de haber pasado una y otra vez, grabado a fuego. ¿Puedes leer lo que pone? No, claro que no... Pero los sentimientos siguen ahí, como cuando borramos salvajemente una respuesta errónea en un examen teniendo 5 segundos para entregarlo.

Usad vuestras palabras, vuestra fuerza indomable que os corresponde por derecho, para subir a lo más alto. Para convertir a esa flor en un árbol fuerte y robusto, tanto que pueda dar cobijo a otras flores que se alzan a sus pies, ayudándoles a crecer. Dar cobijo a pájaros y a otros insectos que tienen otra forma diferente de vivir, pero manteniendo a las plagas a raya... Un árbol tan grande y poderoso que sus mismas raíces se elevan majestuosamente por encima del mar de mierda sobre el que se alza, levantando consigo a otras muchas plantas.

El problema no está en eliminar a los de arriba, no. Esa no es la solución... La solución está en levantarse y crecer tanto que no puedan aplastarte con la bota, ponerse a su nivel y mirarle a los ojos sin una pizca de temor...

¿Y sabeis qué es lo que hay que hacer cuando lleguemos a esa parte? Decirle que no teneis miedo... Que no le temeis... Y que sólo sois el primero de muchos.

Como cuando un niño ve que otro crece y se pone a su nivel, que le mira a los ojos y no ve ni pizca de inocencia sino de valor y fuerza fruto de su experiencia vital. Un niño se asusta de la verdad, un niño se asusta de las represalias que sus actos conllevan... En definitiva, quienes están por encima son niños jugando con nosotros, ruidosos grillos, mientras se ríen fruto de su propia e ingenua maldad... Mientras crean que nuestros cantos son agónicos y no esperanzadores, que no sean cantos a la esperanza y a unirnos los unos con los otros...

Cuando abran la caja, tras el silencio, lo que verán será una pirámide de grillos que permitan a unos pocos escapar y crecer hasta convertirse, finalmente, en algo que no pueda ser aplastado con facilidad...

Así que, personas que me estais leyendo, escuchad mis palabras... Escuchad mi pluma en esta ocasión. No importa si mañana o esta misma tarde olvidais lo que he dicho, no importa si prácticamente no has prestado atención a lo que he dicho hasta ahora...

No se trata acerca de las palabras que empleemos... Se trata de mandar un mensaje que atraviese todas las barreras e impedimentos que nos pongan, día tras día, sin perder ni un ápice la esperanza. De mantener viva esa llama mientras los que están encima nuestra intentan apagarla...
Con gasolina.

No es tiempo de revolución.

Darwin estaba equivocado. 

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

El tiempo de evolucionar es ahora.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Nagareboshi.


¿Cuántas posibilidades hay de ver una estrella fugaz desde el mismo corazón de una ciudad? Y, aun así, cuando menos te lo esperas la encuentras al alzar la vista. Tan lejana, tan pequeña, tan fugaz... ¿estás seguro de haberla visto con seguridad?

No importa cuánto tiempo estés mirando al cielo nocturno de nuevo: No volverá a ocurrir. Puedes volver a ver otras estrellas fugaces pero, la primera, esta que hizo que mantuvieses tu mirada perdida entre la inmensa oscuridad, no la volverás a ver jamás. Ya no existe, no hay ninguna otra más como ella. Es algo tan repentino, tan inesperado, tan efímero...



Pero ahí ha estado, ahí la has visto, ahí la has sentido, ¿qué más puedes pedir? Su vida es tan corta ante nuestros ojos, casi ni un segundo, pero aun así se graba fuertemente en nuestra mente. Es algo ciertamente fascinante, cómo lo más pequeño y simple como es ver una pequeña luz caer en el cielo nos llama tanto la atención. Pero en la aparente simpleza es donde destaca la complejidad que subyace más allá de nuestros ojos: Un meteoríto, un fragmento de quizás otro planeta, ha llegado hasta nuestra tierra para desaparecer en la última frontera, nuestra capa de ozono.

¿Cuánto tiempo, cuantos y cuantos años luz de distancia ha recorrido hasta ese su fatídico fin? Pero eso no importa, ya no, porque es tan pequeña que nadie se dará cuenta de que ha dejado de existir hasta ese mismo instante en el que su luz se enciede y apaga ante nuestra inesperada mirada.

Podría decir más y más cosas pero... ¿no es aquello que se queda por decir más interesante que lo propiamente dicho? Al igual que aquella estrella fugaz algún día vendrá y... quizás haga que dure un poco más antes de que se apague para no volver a brillar jamás.

jueves, 26 de abril de 2012

Cinco minutos.

Cinco minutos. Ese es el tiempo que me voy a dar para crear y publicar una actualización, sólo pudiendo estar más tiempo del precisado a la hora de poner alguna ilustración, imagen, foto, dibujo, etc, que pueda servir para ayudar a la comprensión y visualización de lo que ahora estoy escribiendo.

Me gusta, es una sensación nueva. Es como cuando realizas un trabajo a contrarreloj, pero que sin embargo no me siento tan terriblemente angustiado por saber que si lo hago mal tendré un castigo. No, aquí yo soy el que pone los límites y juega con ellos. Son el creador, el que dice que ahora es de día y en cinco minutos de noche. Aquí puedo hacer las cosas mal sin temor a represalias, a ser yo mismo sin tapujos. Irónico, ¿verdad? Sí, ya que este blog es público para todo aquel que quiera echarle un vistazo, un rincón personal que está al alcance de cualquiera con internet y una no abrumadora repulsa para aquellos que escriben grandes cantidades de textos de un plumazo.

Este blog es para aquellos que lo consideran así como un diario, un rincón en el que desahogarnos y decir lo que pensamos, lo que sale sin más, sin venir a cuento, de una forma tan caótica como la propia mente humana y su racionalidad... Y de esto ya hablé anteriormente, si no recuerdo mal. Una de tantas publicaciones aleatorias donde salió este mismo tema y que, sin embargo, el resultado me gustó. Porque si algo me caracteriza es que normalmente no me gusta lo que escribo, lo dejo a medias y no lo termino para ponerlo de cara al público. He perdido la cuenta de los borradores que tengo en este mismo blog y que, sin embargo, ahí están... leerlos es interesante, pues pueden ser dos lineas como abarcar toda la extensión de esta actualización y parte de otra.

Ugh, se me está acabando el tiempo... Menos de un minuto y mis manos no dejan de danzar de un lado para otro. ¿Podré acabar a tiempo, o alguna frase se quedará tal y como me salga? Si es así, la dejaré tal y como está, porque si algo me caracteriza es dejar este tipo de textos, estas actualizaciones impro

lunes, 23 de enero de 2012

23.


¿Qué más puedo pedir? 

2 + 3 - 1 + 1 + 9 + 9 + 0 = 23

¿Qué son las obsesiones, sino la manifestación palpable del miedo que acongoja a la humanidad desde sus más tiernos comienzos? Muchas personas están convencidas de que el motor de la humanidad no es otro más que el miedo. ¿Tener pareja? Miedo a quedarse solo. ¿Tener hijos? Miedo a no tener descendencia. ¿Querer dinero? Miedo a no tener nada... El miedo lo es todo según dichas personas y, llegados al punto, me pregunto... ¿Tendrán razón, o no? Las obsesiones, por tanto, es la manera más sencilla de expresar nuestros propios miedos pero sin temor a ver mermado nuestro "valor" frente a una voraz y salvaje sociedad, dispuesta a deleitarse con el tuétano de nuestros huesos en cuanto nos vea caer en el suelo, indefensos.

Recuerdo que hace mucho una cita me llamó la atención. Dicha cita era: 

"Los héroes no son más valientes que nadie. Sólo son valientes cinco minutos más."- Ronald Reagan


¿Qué es el valor, sino la supresión de nuestros miedos para realizar algo que, en circunstancias normales, nos veríamos incapaz de hacer? ¿Qué es la verdadera virtud, sino el superarse a sí mismos? El miedo es el mayor de los exponentes en el ser humano, el mayor condicionante. No metemos la mano en las brasas ardientes por no quemarnos... no la metemos por el miedo a ello y al dolor que conlleva. Es el miedo lo que nos hace libres cuando no podemos sentir más, cuando nos liberamos y somos capaces de decir... "No tengo miedo". No hay nada más peligroso que alguien que no tenga nada que perder pero, aún así... ¿no tendría esa persona miedo a tener algo que perder, realmente? Es algo interesante como nos vemos envueltos en una vorágine de caos y orden producto de la racionalidad humana, producto de que somos capaces de pensar y decidir según nos convenga. El miedo es el mayor obstáculo, incluso para aquellos que lo han perdido.


Con estas preguntas rondándome la cabeza, así como mi nueva situación, me pregunto... ¿Tiene miedo alguien que sabe que va a morir? ¿De verdad es capaz de aguantar ver como cada pequeño grano de arena va perdiéndose en un abismo sin fin? El miedo... miedo... Miedo a vivir. Tienen miedo a la vida que se les está escapando de la mano, miedo a perderla y a conseguirla por el mismo motivo. ¿Qué hacer, entonces, cuando tu vida da un vuelco de esa manera? ¿Qué pensar, qué sentir, qué decir, qué...? Nada... No puedes hacer nada... Como golpear con fuerza el aire, como gastar todo el aire de tus pulmones intentando respirar debajo del agua... son imposibilidades que escapan a nuestro control, sin importar lo que hagamos. Y, sin embargo, pese a todo... seguimos atenazados por el miedo, nos sigue envolviendo como si intentase evitar que algo escapase de nosotros... Y ese algo es lo que nos hace ser capaces de plantarle cara, de levantarnos pese a las adversidades y peligros que nos encontramos día a día, de las obsesiones que tenemos incluso con la más absurda de las nimiedades. ¿Y esto es...?


La esperanza. Dicen que nunca se pierde y, en verdad, creo que tienen razón al respecto. Siempre está dentro de nosotros, no importa dónde la busquemos. Quizás esté dentro de nuestro roto corazón, dentro de la extremidad que hemos perdido, dentro de aquella enfermedad incurable que tenemos... Pero está en nuestro interior, rodeada de una oscuridad producto de nuestras propias ansiedades, temores e ilusiones, de nuestra concepción de la realidad, acertada o no. Es nuestra arma contra la adversidad, contra el miedo que no deja de lastrarnos hasta un pozo insondable... La esperanza es saber que mañana brillará el sol, aunque ese sol no sea para nosotros. ¿Qué decir al respecto, si todos sabemos que es cierto? La esperanza siempre existe, es sólo que a veces no conseguimos penetrar ese miedo que tenemos y, sencillamente, nos dejamos mecer por él... utilizarlo sin darnos cuenta de que nos utiliza a nosotros. El miedo, la obsesión, nos hace ser libres... ¿Por qué no abrazarlo y dejarlo de sentir, aunque sólo sea una vacua sensación de autocomplacencia? Abrázalo, y no te abandonará jamás... Es la amante perfecta, que siempre está ahí... que siempre nos regala dulces palabras que hace que se erizen nuestros pelos con sus elocuentes susurros...

"El miedo dio alas a los hombres." - Max Payne


Supera tu miedo... y serás capaz de ver el mundo con otros ojos. Ríndete ante él... y sentirás que el mundo ha perdido todo su color.


Ten miedo, pues eso significa ser humano.


sábado, 21 de enero de 2012

Adaigo...

Cierra los ojos. Respira, eso es. Ábrelos de nuevo. Despeja la mente, deja que la melodía ocupe todos tus sentidos. ¿Sabes ya para lo que estás aquí? ¿No? Entonces es como debe de ser. Cierra los ojos otra vez.


Imagina que estás en un valle despejado, en una pradera llena de verde por doquier. Siente la calidez de la primavera que está por llegar, el sonido a lo lejos de la brisa entre las hojas de los árboles, de una ribera lejana, del chapoteo de algún animal, del zumbido de las abejas trabajando... Siente todo cuanto te rodea, respira hondo llenando tus pulmones con infinidad de olores dulzones. El calor comienza a expandirse por todo tu cuerpo, teniendo como foco esa sensación tan placentera y cálida que emana de tu pecho. ¿Puedes sentirlo? Es la esencia de la vida misma, de tu vida y de todo cuanto te rodea. Vuelve a abrir los ojos pero, esta vez, hazlo despacio... Recuerda esa sensación... esa calidez... deja que vuelva a embriagar todos tus sentidos...