Una simple definición de diccionario

sábado, 21 de mayo de 2011

Twisted time.


 Siempre me he considerado como una persona amante de la tecnología. Me fascina los nuevos avances que la humanidad de deja de realizar, los nuevos inventos que no paran de crear con una u otra finalidad. Desde el videojuego más aclamado, pasando por el mejor de los televisores, podría pasarme días y días admirando algo que ni en mis sueños más húmedos sabré cómo funciona... Y que si viviese en medio de la montaña serían poco más que trastos inútiles al carecer de la electricidad necesaria para hacerlos funcionar. Es tan triste eso...



Muchas de las cosas que nos rodean son sumamente delicadas y complejas, hasta el punto en el que una simple pieza puede hacer que todo se vaya al garete. Y, además, sin algo "básico" no pueden funcionar de ninguna de las maneras. Igual que una persona no puede sobrevivir sin oxígeno, un televisor no puede funcionar sin electricidad. Aun la más compleja de las cosas queda reducida a una carencia para perder todo su sentido y función. Es tan simple y directo que da hasta miedo. Y, si no es así, ¿qué es lo que se os pasa por la cabeza cuando un día se va la luz durante un tiempo, aparte de que vuelva lo más pronto posible?

Siempre digo, a modo de broma, que tengo más cables que si estuviese enchufado a Matrix... Y en verdad creo que es así, pues si eliminasen la electricidad de mi vida me quedaría poco más que el 10 % de lo que tengo ahora mismo... Y cosas que cuando el último rayo de luz desaparezca en el horizonte no podré ver más, sólo tocar y sentir cual peso muerto que no resucitará hasta la mañana siguiente con la venida del alba. Me he convertido en poco más que un electrodoméstico andante, que sin electricidad ya no sabría que hacer salvo dejar pasar los días hasta que finalmente desapareciese.

Y sin embargo, hay cosas inexplicables que me atraen, aunque sean de tiempos tan remotos donde el ya parar la lluvia con un paraguas era lo máximo, por decirlo de alguna manera. ¿Y cuáles son estas cosas, me preguntareis? Y si no me la preguntais, lo diré de todas maneras, pues este lugar no es más que un pequeño rincón, casi abandonado ya, donde dar rienda suelta a mis interminables monólogos que lo único que hacen es consumir el tiempo del lector de una manera poco más que lamentable.

Un reloj de bolsillo, una pequeña caja de música, un piano de cola... Me apasionan las antigüedades, son un romántico empedernido. Si bien no es hasta hace poco que cumplí una de las cosas que tanto tiempo llevaba queriendo pero nunca había dado el paso para conseguirla (lo cierto es que tampoco he sido yo el que he dado el paso esta vez, sino una persona que lo ha dado, lo ha cogido, y a vuelto hacia atrás para dármelo). Dicho objeto no es otro que un pequeño reloj de bolsillo.


No es la más fascinante de las cosas que han pasado por mis manos, ni la más cara, ni la más "bonita"... Pero nada de eso tuvo cabida en mi mente cuando lo sostuve en mis manos por primera vez, sonriendo como un niño, mirando y sintiendo su contorno, peso, color y temperatura. Sus agujas, un poco detalladas, avanzando con inexorable paso hacia delante... Fue una sensación tan increible que no pude apartar mis ojos ni mis manos de tan delicada pieza, que a manos de un experto no sería más que una baratija e imitación.

Acercarlo al oido y escuchar su acompasado "tic-tac"... Fue como escuchar los latidos del corazón de una persona, embargándome una paz interior como no me transmiten salvo ciertas cosas en determinadas circunstancias. Me quedé completamente fascinado con algo tan simple como un reloj de bolsillo, embobado en mis pensamientos donde me sumergía en su complicado mecanismo, observándolo todo e intentando comprender cómo funciona una pieza tan delicada como el mismo cuerpo humano.

Soy un romántico, un enamorado de las antigüedades, un simplista empedernido a lo que todo lo complicado le echa para atrás pero que, no obstante, arde en deseos de comprender el funcionamiento de todas y cada una de las cosas que tiene a su alrededor, hasta el punto de que no titubea ni un ápice en "descuartirzar" cualquier objeto que haya visto mejores días y se de por "muerto" y sin solución a la vista. Me encanta desmontar cosas y ver cómo son por dentro, pensar que esto de aquí y esto de allá sirve para tal o cual cosa, de que esto se puede romper con un poco de presión que se le haga, que esto parece una pieza para que no se rompa con facilidad, y un largo etcétera.


Disculpadme, me he vuelto a emocionar. No puedo evitarlo, pues en un lugar de mi mente existe una habitación pequeñita, iluminada solamente por un candelabro pequeñito que se encuentra en una mesilla. Una mecedora le acompaña, estando cerca de ella una ventana con las cortinas veladas, dejando sólo entrar pequeños rayos de luz dorada, cual espadas de oro. Un antiguo globo terráqueo al lado de un escritorio que contiene un reloj de arena, y un pequeño set para escribir con pluma, con tinta inclusive.

Un cuaderno de hojas desgastadas, unidas a dos tapas viejas mediante dos cuerdecillas raidas. Se encuentra abierto por una página llena de lineas y curvas, anotaciones a pie de página y esbozados dibujos de un objeto circular. Varias estanterías repletas de libros de diferentes procedencias y estilos, con temas que van desde la biología hasta la matemática mas dura. Libros nuevos, prácticamente sin mancillar, tomos antiguos y mohosos que irradian una poderosa aura de sabiduría tal, que abrirlos se consideraría un pecado del calibre de la manzana de Eva.

Diferentes objetos de aquí para allá, pero la atención la tienen dos que reposan sobre la pequeña mesilla iluminada: Una pequeña cajita y un objeto circular del que sale una cadenaque cae suavemente por un extremo...



Al abrir la pequeña cajita, veo una bailarina detenida en lo alto. Al lado de la cajita hay una palanquita que me delicadamente comienzo a girar y girar... La música comienza a sonar en cuanto suelto la palanquita, quedando la bailarina libremente danzando de un lado para otro. Me recuesto tranquilamente en la mecedora, cogiendo con sumo cuidado el reloj que está sobre la mesa. Aprieto con parsimonia, y no sin antes haber toqueteado cada uno de sus contornos, la rueda para liberar la tapa. Unas cuidadas manecillas aparecen tras ser bañadas por los rayos, ahora más oscurecidos, que se escapan de entre las cortinas.



Mantengo fija mi mirada en las manecillas, que poco a poco van desapareciendo hasta sólo ser un fino contorno gracias a la luz de la vela, más tenue cada vez... Mirad qué tarde es, creo que me voy a descansar. Y levantandome lentamente soplé a la vela y... Todo quedó en oscuridad.

1 comentario:

Unknown dijo...

Es horrible lo bien que escribes, y la facilidad... estoy deseando que tengas una autentica historia que contar, larga de cojines para no aburrirme porque eres el puto amo hermano!!! (mariachi 2 jejej) el puto amoooooo

Que sepas que los antiguos relojes de pulsera no tenían pilas!!!! Tenían un peso con un iman y un condensador, de forma que al mover la mano o el brazo el peso se movia por efecto de la gravedad y al mover el iman unido al peso se creaba cierta corriente eléctrica que se almacenaba en el condensador. La putada es que cada mañana había que poner el reloj en hora y si tu trabajo no implicaba mover la mano... al salir siempre se ponía en hora.

Por eso muchos relojes de la época no eran de pulsera, si no que se llevaban en el bolsillo para aprovechar el caminar. Jejejej

Hoy dia solo sabemos nociones básicas de como funcionan los chips, pero el diseño es ya tan complejo que lo realiza un ordenador... nadie sabe que coño hay dentro ni que programa lógico, pero podemos ver la tele que es lo importante.
Por eso si se te jode compra una nueva!